jueves, 26 de mayo de 2016

“No estudio para saber más, sino para ignorar menos” –Sor Juana Inés De la Cruz


Leer estas palabras de la autoría de Sor Juana Inés De la Cruz, es escuchar la insistente y urgente prédica de mi madre para conmigo durante mi infancia y adolescencia. Esta era: “Estudia para que no te pase lo mismo que a mí”. Con el tiempo, lo convertí en mi evangelio personal.
Mi madre es natural de Ponce. Creció en un barrio cuyos habitantes, como muchos en la década del 40, vivían en extrema pobreza y sin grandes aspiraciones, excepto sobrevivir y formar una familia. Mi madre estudió hasta el 5to. grado. Aprendió a leer y a escribir, contrario a sus abuelos que eran agricultores y costureras en las casas. Ellos, junto con una tía paterna, fueron quienes la criaron.
Por las mañanas, antes de ir a la escuela, mi mamá me peinaba y me hacía el mismo rabo de caballo con el que me recogía el pelo. Esto lo hacía frente al espejo de su “biuru”, como pasó a nombrarse a la coqueta o tocador para las mujeres. El legendario “chiforobel” ya no se usaba en las recién construidas urbanizaciones de Caguas, casas que ya incluían en cada cuarto amplios huecos empotrados en la pared o espacios mejor conocidos como “closets”. Frente a ese espejo, mi mamá me decía sus conjuros del día: “Atiende bien a la maestra. No hables en el salón. Escribe las asignaciones y escucha bien lo que hay que hacer. Acuérdate que yo no te puedo ayudar. Yo solo estudie hasta 5to. grado. Cómete todo lo que te sirvan en el comedor”.
Así lo hice. Mi vida la he dedicado a buscar verdades ocultas por otros y hasta por Dios mismo.
Todavía la ignorancia enseña ciega e injustamente. De sus aulas todavía egresan hombres y mujeres que no premian a los más vulnerables y necesitados con una vida digna y plena de conocimiento. Ahora estoy frente al espejo de esta poderosa afirmación de Sor Juana Inés de la Cruz. Ante ella, renuevo mis votos de ser siempre una alumna hambrienta por saber más, aun después de mi muerte. En mi hábito está escrito que todavía restan muchas verdades por descubrir, cuestionar, escribir y gritar a los siglos venideros. 

© 2016 PUERTO LUNA



La ignorancia nos cuesta
nuestra vida, mente y alma.
¿Por qué nos conformamos con ella
haciéndonos daño cada día?
Será que no lo vemos físicamente.
Qué decepción.
Somos humanos, pero podemos hacerlo mejor.
La ignorancia nos separa, nos lastima y hasta mata.
No te duermas en ella o nunca te levantarás.
No seas de la misma mierda
como otra gota en el mar.
Recógete y prepárate a vivir
con sabiduría y una mente clara.
No te dejes arropar como las demás;
¡sé más!
Aprende para ti y no para el vecino
ya que es tu mente y tu cuerpo:
¡Mete mano ya!

© 2016 MENID


No hay comentarios:

Publicar un comentario