martes, 22 de marzo de 2016

AMOR


Alma gemela
difícil de encontrar
pero posible.

Mi sueño azul
un despertar sin llorar
cada mañana.

Omito el dolor
no sirve para amar
trae soledad.

Raro por demás
inexplicable en sí
pero necesario.


© 2016 LAS DIVAS


PECADO


Qué rico es el pecado, y más, cuando se saborea con ganas. Cuando sientes ese placer de disfrutarlo. Cuando sientes que te baja suavecito. Cuando empiezas, no quieres que termine y te envuelves en eso que piensas que solo deben disfrutar los dioses.

Cuando pequeña te gustaba y lo disfrutabas igual que de adulta. Pero te decían “No, que te crece la barriga”. Pero ahora de adulta lo sigues disfrutando y que digan lo que digan.

De pronto te sorprende tu compañera: “Miauu”. Sabes que eso quiere decir: “Dame pecado”, que es como mi gata y yo le llamamos al mantecado.


© 2016 ZEPHIA


EN LA PLAYA


El sol quemaba y ella, en medio de la brisa, se acercaba a la playa. Hacía tiempo que no sentía el olor salitroso de la costa. El mar resplandecía con el candente sol. Se oían las gaviotas a lo lejos y, en el horizonte, se veían los pelícanos atrapando sus peces con acrobacias.
Ella respiró profundo. Lo hizo varias veces como queriéndose llevar solo para sí, oculta en su pecho, esa brisa que siempre la acarició. Se despojó de las sandalias y dejó que la mar acariciara sus pies. Sintió un bautismo de sensaciones infantiles, lujuriosas y refrescantes.
Era ella ante la vida. Su vida inmensa como el océano. Libre como el viento. Consistente como el sol. A lo lejos, escuchó su nombre. Llegó el momento. Se inclinó y calzó nuevamente sus sandalias. En ellas llevaba incrustadas la arena de su orilla amada. Sonreía. Ante la fuerza de la brisa que ahora la empujaba, la sostenía la certeza de que volvería. No sabía cuándo; pero lo haría con el corazón palpitante.


© 2016 PUERTO LUNA