sábado, 7 de mayo de 2016

EL CAMINO


Aún recuerdo aquel camino. Un camino silencioso y largo. Recuerdo que miraba desde la esquina y me parecía que no tenía fin. Serpenteaba entre las palmas, los juncos, las flores silvestres y los árboles frutales. Pasaba por el margen del río de vez en cuando. Se perdía entre recodo y recodo, luego quedaba frente al mar, en la desembocadura del río. Al llegar, miraba hacia atrás y pensaba “por fin, ya estoy bajo mi querido árbol de mangó, donde puedo ahogar mis penas”. ¿Que dónde y cuándo sucedió esto? Sucedió en mi niñez, en mi querido Río Grande de Loíza.


© 2016 ZEPHIA

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