Soy un árbol y
fui podado. Era un árbol frondoso y lleno de frutos. Todos los que me miraban
decían “Qué hermoso es; siempre tan frondoso, lleno de frutas”.
Un día fui
podada. Muchos no entendían y decían “¿Cómo es posible? Tanto tiempo ahí y hoy
lo cortaron. ¡Qué asesinos son!”. Aún yo no entendía, siendo yo ese árbol. Fue
dolorosa esa decisión del humano. Fue devastador para mí; mis hermosas ramas y
mis frutos en el suelo, mas aprendí que lo sucedido era necesario. Dios permitió
esto para que yo comenzara mi proceso. La poda era para que mi tronco
adquiriera equilibrio; así yo seré más fuerte. Muchas ramas de mis costados
fueron eliminadas, ellas nada contribuían a mi beneficio; se alimentaban de mí
y a su vez me provocaban debilidad. Y hoy en mi proceso, soy un árbol podado y
formado.
© DIVINA SIRENA 2018
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