lunes, 14 de abril de 2014

LAS MUJERES MÁS ODIADAS DEL MUNDO


Quiero hacer honor a las mujeres más odiadas del mundo. Para mí, eran buenas.

Quiero en este mes de marzo honrar a tres mujeres que fueron especiales en mi vida. Tres pilares en mi niñez; ellas sí me creían cuando yo les decía algo. A pesar de muertas, siguen vivas en mi mente y corazón. Ellas siempre me decían “tú eres una niña buena”. Esas palabras me daban seguridad.

Fue pasando el tiempo y me decían “tú eres buena”. Llegué a la madurez y no sólo la gente de mi pueblo, sino todo el que me conocía decía “ella es buena”. “Cuando la hija de fulana venga, voy a pedirle ayuda. Ella es buena, sé que me ayudará”. Vecinos, amigos, jóvenes, viejitos y niños seguían diciendo lo mismo.

Esas mujeres sembraron en mí un sentido de humanidad y un espíritu de caridad. Ellas no sólo hicieron un huequito en sus casas para mí, su niña buena; ellas abrieron sus corazones grandes como el cielo y me clavaron en ellos, como yo las clavé en el mío. ¿Y los hijos y familiares de esas mujeres, dónde están? Clavados en mi corazón; ¡a todos los siento míos, míos!

¿Pero quiénes son esas mujeres? Las madrastras. Mis madrastras. Anhelo volver a verlas para que me den ese abrazo fortalecedor y vean que su niña es una mujer buena. Honor a quien honor merece.

Hasta después de muertas me han protegido. Un 29 de octubre de 1996 el oficial de emigración me dijo: “Señora, venga el 2 de noviembre a buscar una visa por 10 años. Es un regalo de alguien para usted”. “Gracias”, le contesté. ¿Quiénes podían entrelazar esos tres corazones ante Dios? Mis madrastras, el 2 de noviembre, Día de los Muertos.


©2014 SABIDURÍA EN LETRAS


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