lunes, 14 de abril de 2014

LA CAJA


Se nace de ella, y cuando se muere, se va a ella.

Cuando niña, aprendí a hacer cajas. Nunca pensé que en mi futuro viviría de ellas. Las hago de todo tipo, pues cada persona la usa con distinto propósito. Se puede poner dentro un regalo o se pueden guardar cosas. Hay cajas llenas de vida, de recuerdos, como cuando se esconden cartas con cosas secretas que alguien te escribe y tú las guardas. Hay cajas de sorpresas. Otras de cristal, donde todo está al desnudo. Tenemos una caja llena de recuerdos, la memoria.

Mi nieto nunca ha olvidado una foto en la que está jugando con una caja cuando su mamá tuvo que dejármelo. Lo puse dentro de una caja grande para yo poder trabajar como lo hacía, con las cajas. Nunca extrañó a su mamá, nunca me dio problemas. “Abui, quiero un regalo”, me dijo. “¿Qué quieres?”. “Una caja”. Se la enviaré a Louisiana.

Comenzamos la vida en una caja, el útero de nuestra madre. Y terminamos la vida en un ataúd, que también es una caja.


©2014 SABIDURÍA EN LETRAS


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