Al fin llego. El calor del asfalto
traspasa la delgada suela de las sandalias. Me acomodo las gafas, agarro la
toalla, el bulto y la neverita. Cruzo hacia la refrescante orilla alfombrada de
arena. Un alivio sale de mis pulmones al respirar el salitre. Bajo una hilera
de palmas, una mano entusiasta me invita a llegar a la sombra. Avanzo en cámara
lenta, mis pies lanzando arena a diestra y siniestra. Por fin arribo al abrazo sudoroso
de la amistad añeja que hoy mi alma bronceará.
©2013 PUERTO LUNA
LETRAS VIVAS
8 de octubre de 2013
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