¡Qué rico huele ese café! Ah, ah, ah…
Café. Cuatro letras que van de la mano con la palabra ‘vida’. Su aroma
vivificante es el gran legado arábico que degustamos todas las mañanas con la
misma fidelidad que en Oriente oran a Alá.
Su color se vuelve espejo redondo en mi
taza. Con leche, es la fuente de la juventud para mis sentidos cautivos en el
sueño. En dulces, es una exótica delicia de intimidad gustativa. En el Vaticano
lo bendicen. En Europa le ponen encajes de sabores, espumas y matices. En
América del Norte, su consistencia de sopa, desencanta. En Latinoamérica se
cuela entre el mate, frutas y selvas. Pero en el Caribe, nos lo tomamos negro
bravío a cualquier hora.
©2013 PUERTO LUNA
LETRAS VIVAS
5 de noviembre de 2013
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