Como cada mañana, se escuchaba cantar al
gallo a lo lejos.
—Me gusta mucho el canto del gallo; es el
precursor de los amaneceres fríos en la época navideña.
—A mí no. Para mí, el gallo anuncia una
traición o la llegada de la menstruación.
—Ay, no digas eso. En el campo donde
vivo, se oye su canto por las mañanas como gritando: “Me gusta vivir, me gusta
vivir, la, la, la, la, la…”.
—Puede ser, pero este pobre gallo no sabe
qué le espera.
—No sé de qué hablas. El gallo sabe que
siempre hay un nuevo amanecer y una nueva oportunidad de comenzar.
—Así es, al menos para él, ya que a las
2:00 de la mañana se quedó viudo por el “sopón” de su compañera, que dio paso
al festejo.
Algo presentía el gallo, casi muriendo de
espanto al percibir el aroma de su amada mezclado con el olor a especias y agua
hirviendo. Entonces, en medio del sarao, ideó su venganza. El resentimiento le apretó
el pecho de tal forma que cantó estrepitosamente, despertando a todo el
vecindario. Pero era tan puro, que no podía hacerle mal a nadie. El gallo cantó
y cantó con todas sus fuerzas. Y fue tan bello su canto, que todo el vecindario
tarareó: la, la, la, la, la…
©2013 ¡ESTAMOS LISTAS!
LETRAS VIVAS
24 de septiembre de 2013
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