Soy mujer y no puedo dejar de maravillarme
por ello.
El estar consciente de mi condición femenina
me llena de una serie de sensaciones, de sentimientos que se complementan para
formar algo tan complejo y hermoso que resulta difícil explicarlo con palabras.
Soy mujer y me alegra serlo. Porque cada
mujer tiene algo de madre, de compañera, de amiga y de niña. Porque somos
apasionadas, comprensivas y nobles. Porque somos luchadoras y capaces de hacer
muchas cosas por nuestros hijos, por nuestra pareja, por nuestra familia.
Porque somos sacrificadas y podemos llegar a cosas insospechadas si sentimos
que valen la pena. Porque amamos, sentimos, creemos y razonamos de una manera
particular, única. Porque nuestro cuerpo es maravilloso; podemos amar, dar vida
y alimentarla después. Porque de nosotras sale la vida que nos sobrevivirá,
vida que es la continuación de la nuestra. Porque siendo capaces de recibir, no
nos cansamos nunca de dar. Porque somos el apoyo moral y espiritual de la
familia. Porque podemos llevar cargas increíblemente pesadas y sin embargo
tener una palabra de aliento para alguien que está cansado. Porque nos
resistimos a sucumbir, siempre buscamos la forma de salir adelante a pesar de
las dificultades. Porque tenemos el alma llena de flores. Porque con ternura
podemos aminorar el dolor de los demás. Porque con nuestra presencia podemos
cambiar el curso de los acontecimientos. Porque nuestro amor es capaz de lograr
lo imposible. Porque sentimos en profundidad. Porque amamos sin condición, nos
entregamos totalmente y somos fieles a nuestro amor. Porque al amar, lo hacemos
con todos los sentidos, con el cuerpo y con el alma. Porque somos el oasis de
nuestra pareja. Porque somos pacientes y tolerantes. Porque perseguimos
nuestras metas sin excluir a los que amamos. Porque con un gesto amable, con
una sola sonrisa, podemos hacer felices a los demás. Porque en nuestro corazón
hay mucho sitio para los que nos rodean. Porque cuidamos a nuestros hijos y los
preparamos con optimismo para la vida. Porque somos capaces de dar nuestra
propia vida por la de nuestros hijos. Porque somos sensibles. Porque vivimos
nuestra feminidad naturalmente. Porque nos gustan los cumplidos con fundamento.
Porque, estando conscientes de todo esto nos sabemos fuertes y sin embargo somos
delicadas. Porque aunque profesionalmente estemos en un mismo nivel con los
hombres, nos gusta ser respetadas y tratadas como mujeres en el mejor sentido,
en el único sentido real y válido. Porque no necesitamos estar demostrándonos
constantemente lo mucho que valemos; es un hecho y todos lo saben. Por todo
esto resulta tan hermoso y fascinante el vivir nuestra existencia a plenitud,
porque somos importantes e imprescindibles. Nunca lo debemos olvidar y mucho
menos ocultarlo: somos mujeres y tenemos que estar orgullosas de ello.
©1995 Patricia Schaefer Röder
No hay comentarios:
Publicar un comentario