lunes, 19 de mayo de 2014

ATARDECER

I

El sol caía derramando rojos y violetas entre las montañas. Y ahí estaba yo, contemplando esa hermosura de la naturaleza, que es un regalo que Dios les da a sus seres amados. Lo triste era que entre más se derramaban esos colores, más obscura se volvía esa tarde de abril en la que yo, en mi balcón y con una copa de vino, recordaba cuando de niña corría descalza por la pradera. Sólo podía recordar la sensación bajo las plantas de los pies. Pero como recordar es vivir, me levanté y corrí porque quería vivir esa sensación otra vez para que así, si algún día partía, pudiera llevar ese recuerdo conmigo.

II 
 
El sol caía derramando rojos y violetas entre las montañas. Era un atardecer precioso; yo observaba la partida de un barco. Iba oscureciendo paso a paso. Veía a su alrededor esos colores violetas, rojos y ese amarillo brillante, tan hermoso como para jurarse amor eterno. Como si fuera un arco iris que simboliza paz. Tres colores dignos de la naturaleza, creados por Dios para el deleite de nuestros ojos.


 
©2014 SABIDURÍA EN LETRAS


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