Todavía siento en mi cuerpo su fragancia.
Entre mi pecho pasaron ellas la noche, como un ramillete de rosas hermosas. Así
son mis hijas para mí.
El olor de mi amado. “¡Corre, ahí
viene!”. Miraré por la ventana fijamente para ver su llegada.
En el mundo hay tanta hambre de respeto,
amor, valores y justicia.
Cuando dos pobres se casan, se cambian
los nombres a Miseria con Necesidad.
©2014 SABIDURÍA EN LETRAS
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