Alguien tocaba a la puerta, pero ella no
se atrevía a abrirla. Quizás necesitaba algo de espacio. A lo mejor tocaban la
puerta equivocada. Pero volvieron a tocar la puerta y ella lo escuchó otra vez.
Entonces gritó: “¡Voy ya! ¿Quién es?”. De pronto sintió algo y se asustó. Corrió
a abrir y tropezó, cayendo aparatosamente. Para su sorpresa, era el ángel que
ella le había pedido a Dios que le enviara. “¿Y ese ángel quién será?”, pensó.
Tal vez su mente lo imaginó. “Toc, toc”, volvieron a llamar. Se vio caminando
hacia la puerta. Y sí era un ángel que la visitaba, pero en su sueño; estando
inconsciente en el suelo por la caída que tuvo. Recordó que los sueños también
son otra dimensión de la vida. Así, comenzó a hablar con el ángel, pero
despertó y se dijo: “esto solo fue un sueño; los sueños, sueños son y la
realidad es distinta”. Se levantó, abrió la puerta y ahí estaba él, sonriendo
como si nada. “Ángel, hijo mío; eres tú”, dijo. Y lo abrazó con fuerza.
©2013 PALO GRIS
LETRAS VIVAS
3 de octubre de 2013
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