Primer trayecto:
Carolina lleva el sol abrazado en el pequeño bulto que
aprieta contra el pecho. No le importa que el carro se sacuda de un lado al
otro y que nadie diga ni una sola palabra; ella lo lleva bien protegido, pues
el sol lleva todos sus recuerdos e inspiraciones. Sol, querido sol, no te
preocupes, pues en mis brazos estás bien acurrucadito. Eres mi consentido
porque sólo tú me llenas de emociones; te abrazo con la vida mientras me sigues
llenando de ilusiones.
Segundo trayecto:
Carolina lleva el sol abrazado en el pequeño bulto que
aprieta contra el pecho. No le importa que el carro se sacuda de un lado al
otro y que nadie diga ni una sola palabra. El camino sigue siendo largo y
aunque se desespera, todos los demás siguen callados. Una persona pone un poquito
de música, pero Carolina está desesperada, loca por llegar y bajarse del carro para
poder divertirse.
Tercer trayecto:
Carolina lleva el sol abrazado en el pequeño bulto que
aprieta contra el pecho. No le importa que el carro se sacuda de un lado al
otro y que nadie diga ni una sola palabra. Tras el hecho de su ajetreo, ella
lucha por conservar la calma; toma un fuerte respiro y continúa su camino. Carolina,
una mujer hermosa, que con su alegría contagia risas que motivan a amar la vida.
Ella danza al ritmo de una tambora, moviendo las caderas con sabor afro que cautiva
la mirada de todos. Ella es Carolina.
Cuarto trayecto:
Carolina lleva el sol abrazado en
el pequeño bulto que aprieta contra el pecho. No le importa que el carro se
sacuda de un lado al otro y que nadie diga ni una sola palabra del desorden que
lleva su vida. Se encuentra siempre embriagada, pues nada tiene sentido para
ella. Es soñadora, como niña que juega a esconderse de su propio destino. ¡Oh,
pobre Carolina, que no pone pauta a su desdicha!
Quinto trayecto:
Carolina lleva el sol abrazado en el pequeño bulto que
aprieta contra el pecho. No le importa que el carro se sacuda de un lado al
otro y que nadie diga ni una sola palabra. Con el ambiente lleno de tristeza
van de camino al entierro de un ser querido que a su vez nunca podrían olvidar.
Hoy el sol llora junto a esta pequeña, pues su madre ya está yaciendo junto a
las estrellas. Ella la protege y la cuida.
Sexto trayecto:
Carolina lleva el sol abrazado en el pequeño bulto que
aprieta contra el pecho. No le importa que el carro se sacuda de un lado al
otro y que nadie diga ni una sola palabra. Sólo importa llegar al destino que Carolina
espera. El sol atado a su pecho, podemos entender que son sus sueños, sus
pertenencias; todo lo que es su esencia. Luego de todas las pruebas que ha
pasado, el riesgo que ha tomado al decidir tomar su sueños y las riendas de su
vida, qué sería uno que otro tropezón más. Si al llegar a su destino todo
quedaría en el pasado; con muchas experiencias para no cometer los mismos errores,
pero llena de fuerzas para su nueva vida.
©2013 PALO GRIS
LETRAS VIVAS
12 de diciembre de 2013
Los golpes de la vida sacuden nuestros esquemas, pero son a veces fuerzas indómitas que nos empujan casi sobrenaturalmente a avanzar y nos hacen mejores de lo que éramos, sin necesidad de renunciar a lo que fuimos. Me pregunto, en qué momento de la vida dejamos de ser Carolina? Y por qué? La vida es seguramente más sencilla de lo que queremos creer, sin embargo ocupamos el 90% de la vida complicándonosla y el 10% restanto echándole la culpa a los demás. Y así, la vida pasa y se va: trayectos para no movernos del lugar.
ResponderEliminarHermoso cuento. Felicidades Patricia Schaefer Röder. Gracias por compartir.